En este mundo mío de grises madrugadas
He visto oscurecerse de pronto en el sendero
Aquella luz que un día en tenues alboradas
Guió mi errante paso cual promesal viajero.
La noche me envolvía cual sombra amenazante
Y mi alma desolada tanteaba algún consuelo:
Y así el camino frío y el triste caminante
Se besaron inertes cuando caí en el suelo.
Tirado en el recodo que me ofreció la vida
Sin nadie que me ayude, sin encontrar salida
De pronto, a mi derecha, cual buen samaritano
sentí una voz amiga, la mano de un hermano:
me levantó sonriendo, lavó y curó mi herida:
le pregunté su nombre y dijo: "Soy Yo, Jesús, tu Vida".
30-04-1990
viernes, 29 de junio de 2007
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