lunes, 28 de mayo de 2007

AQUI ME TIENES, SEÑOR

Señor mío aquí me tienes en pleno viaje.

Mi centro y fondo como diría San Juan de la Cruz está quieto como un ojo de agua, esperando anclar este castillo de naipes que es mi vida en algo tan firme y atractivo que pueda interesarle a esta existencia mía tan amiga y tan hambrienta de fugaces amores pasajeros, tan cercana a fútiles pinceladas de placeres y tan sedienta de volátiles alegrías mundanales.

Aquí estoy intentando bajar de las escaleras del derroche, de las horas embriagadas de locuras, de las copas absortas de licores venenosos: tanta vida en tanta muerte!.

Aquí estoy sufriendo la espera de un amor de fuego que consuma las infinitas máscaras de un teatro por el cual transitan las escenas de mi vida.

Aquí estoy viejo Amor buscando herido y asombrado, deseoso de poder amar en Tí y sólo en Tí a todos aquellos amores que me prometieron lo que sólo Tú pudiste darme: mi dignidad.

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