lunes, 28 de mayo de 2007

LA FE, SEÑOR

Hoy me pregunto por qué hemos hecho de la fe algo tan patente, tan predecible, tan monótono, tan calculado, con pálidos reflejos de una copia de un original que ya no dice nada, con los estereotipos más inverosímiles y los eufemismos menos atrayentes, empolvando esta alta torre de ficción con el azúcar del poder, de la mediocridad y del doble discurso.

Señor ven a despertar la verdadera fe, aquella que no le pone barreras a las Bienaventuranzas, aquella que no admite componendas ni alianzas, aquella que no antepone su riqueza ante el Pobre de Nazareth, aquella que dobla feliz su rodilla ante el Evangelio que proclama, aquella que no se olvida de su tesoro más preciado: los pobres, aquella que dejó sus redes para seguir a un galileo, aquella que murió una tarde de viernes para resucitar gloriosa un domingo de Pascua.

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